(AW) César Antillanca estuvo en Buenos Aires para organizar
el inicio de una campaña de visibilización y denuncia denominada
"Violencia institucional e impunidad en las provincias de Chubut y Río
Negro". El 5 de septiembre se cumplen dos años de la muerte de su hijo
Gonzalo Julián, asesinado a golpes por policías de la comisaría cuarta de
Trelew. En marzo de este año, pese a pruebas contundentes y un testimonio
clave, el crimen quedó impune porque los acusados fueron absueltos por la
justicia.
César Antillanca sabe qué pasó con su único hijo varón
durante la madrugada del 5 de septiembre de 2010. Sabe que fue a bailar y que a
la salida un grupo de policías le dieron una golpiza en la rotonda 5 de Octubre
y lo mataron. Lo sabe porque la autopsia reveló que el deceso fue resultado de
fuertes golpes que recibió en la nuca y una chica le contó que vio cuando los
policías sacaron el cuerpo de Julián del patrullero y lo "tiraron" a
la calle. También sabe que un perito informó que había sangre de su hijo en el
móvil policial.
El padre sabe qué le hicieron a su hijo de 20 años de edad y lo saben los trelewenses. Todos saben todo. También sabe la justicia, pero encontró "dudas" allí donde había certezas.
Lúcido y mesurado, César quiere ser "prudente" en
sus expresiones. Paradoja: busca las palabras adecuadas para explicar
procederes inadecuados de policías, jueces y poder político. Asesinos unos y
encubridores otros.
Ana Laura Servent, Alejandro de Franco e Ivana González son los jueces que el 19 de marzo de este año dictaron la absolución de todos los imputados en la causa de Gonzalo Julián Antillanca porque estimaron que no había elementos "suficientes" para condenar a nueve policías y a una civil acusada de encubrimiento.
Durante el juicio se logró la verdad formal necesaria para una condena, pero los jueces, por imperio de "la duda" y la desestimación de "la probabilidad", no condenaron a los culpables, ¿por qué cree que fallaron de ese modo?
En primer lugar mi hijo fue víctima del terrorismo policial y luego de la corrupción institucional. El fallo está corrompido porque se demostró la culpabilidad de los acusados pero se desestimaron las pruebas. Esa arbitrariedad los liberó de su culpabilidad y por lo tanto de la condena, pero no los hizo inocentes.
Quiere decir que para eximir a los culpables de cumplir una
condena se desestimaron las pruebas.
Así es, el caso se esclareció y los jueces se apoyaron en la valoración técnica de la prueba. Cuando digo que el fallo es arbitrario, no estoy diciendo que el tribunal no falló a favor de Julián Antillanca, digo que el tribunal no falló a favor de la verdad, que es muy diferente. Sin embargo, yo creía que con todo lo que había de contundente y veraz en la acusación se iba a hacer justicia, pero no fue así.
¿El fallo se apeló?
La arbitrariedad, sumada a evidentes agravios, dio origen a
la presentación de un Recurso Extraordinario al Tribunal Superior, donde se
pide la anulación del fallo y con ello la posibilidad de un nuevo juicio.
Hay más "dudas" en las motivaciones de los jueces que de la verdad probada en el expediente.
Absolutamente. Además, este es un fallo de clase también. Es
una condena social histórica.
Muchos policías también son clasistas, a la vez que desclasados.
La ignorancia y el fanatismo implican una pérdida completa
de la posibilidad de razonar. Cuando ellos eligen pegarle a determinada franja
de personas cometen un delito clasista y cultural que no está tipificado en el
Código Penal. La estrategia del control social necesita de estos delitos.
Los pobres siempre son "sospechosos".