En los tiempos que se viven, no sólo en nuestra región, sino en el país y
en la región latinoamericana, cualquiera pensaría que se impone una
etapa de unificación y fortalecimiento del campo popular y contestario.
Sin embargo, la realidad marca divisiones, deserciones e incluso
extensiones de grupos históricos. Algo nos está sucediendo. Algo nos
está generando un sentimiento de agobio generalizado, de sinsentido de
la organización, de magnificar diferencias. ¿Es acaso, la necesidad de
mayor coherencia, la que nos lleva a no sostener la participación en
grupos que resultan "impuros"?
¿O será tal vez el cansancio que
genera la cada día mayor alienación capitalista de la que nos hablaban
Marx y Engels y que hoy le llega a la clase media?
El feminismo
irrumpió en la vida de todas las organizaciones y atravesó de punta a
punta, revisando, desnaturalizando y poniendo en cuestionamiento a más
de un integrante. Lo vincular interno pasó a ser un territorio de
conquistas. Y allí se desarman las tramas perversas de un sistema
patriarcal, capitalista, personalista y de egos que ya no es posible. Y
con esto, la expulsión y escrache de quienes han cometido errores
graves. Es sin dudas, el planteamiento en este sentido un gran avance
que nos están permitiendo e impulsando las mujeres e identidades
disidentes.
Y esto, es un factor más a evaluar en la coyuntura.
Por
otro lado, la metodología primero de juntada de firmas, luego de notas y
luego ya ni siquiera de implicancia personal, sino grupal de apoyo o
adhesión por parte del colectivo, ha hecho que lo que era una acción
importante se ha vuelto banal. Y es que en las organizaciones de antes,
que una organización apoyara una definición política, implicaba que esa
organización de accionar corriente, y conocida por el pueblo, apoyara
algo. Hoy, muchas veces les referentes de organizaciones firman en
nombre de todes sin ni consultar. Esto ha hecho que sesenta
organizaciones firmen, no signifique nada.
Algo similar sucede con la
proliferación de organizaciones. Hay cada día más y sobre idénticos
objetivos, lo cual hace que sea casi una organización cada cuatro o
cinco personas. Y esto podría estar genial si no significara que entre
ocho o diez personas hay dos que no se animan a trabajar en conjunto y a
sostener en el tiempo una forma de funcionamiento conjunto.
Y así,
poco a poco se van perdiendo las razones por las que es necesario
juntarse y organizarse. Y al mismo tiempo, nos meten a las
organizaciones en lógicas patriarcales y capitalistas de competencia,
egocentrismo, referencialismo, representatividad en lugar de
participación, implicancia, compromiso trabajo común por un objetivo
común.
Sostenerse en el tiempo, pone en el tapete todas estas
preguntas y nos obliga a repensarnos una y otra vez. A analizar nuestras
estrategias y nuestras tácticas.
Porque creemos en formas diferentes de construir, porque creemos en la construcción de algo diferente, sumate.
Vení a compartir miradas, a construir para no caer.