El Bolsón (ANPP).-
Hablemos de feminismos en las camas y en las plazas.
Recientemente un grupo de compañeras pertenecientes a esta redacción,
tuvimos la posibilidad de participar de una jornada sobre feminismo,
feminismos y organización popular con la participación de Luciano
Fabbri*, organizada por la gente de ATE Comarca Andina, en El Hoyo. En
esa charla varones y mujeres de toda la comarca hablamos y escuchamos
sobre lo que significó el movimiento feminista, sobre las y los
feministas y sobre cómo estos temas se trasladan a la cotidianidad de
las familias, las parejas, los compañeros y las compañeras de trabajo o
de grupo.
Nunca o siempre es un buen momento para
hablar sobre estos temas. Es decir, muchas veces desde las
organizaciones populares en pos de priorizar la urgencia, dejamos la
discusión sobre las relaciones de poder al interno para después, siempre
para después. Por eso es bueno, que en este contexto desfavorable en lo
económico para la mayoría de las personas, se traigan estos temas; se
hablen, se desnaturalicen, porque en ellos mismos está la raíz del por
qué estamos como estamos. Cómo se perpetúa el capitalismo, el
patriarcado y la opresión; con sus lógicas de comportamiento que se
reproducen y logran mecanismos propios transformando el sistema
dominante en metaestable.
Los feminismos justamente nos
muestran que reconocernos como oprimidos a veces es más fácil, que poder
ver qué parte de los opresores llevamos dentro. Básicamente reconocer
la parte de privilegio que tiene el varón por ser varón, en las
relaciones sociales. Los feminismos nos proponen ver esas relaciones de
poder, reconocer que son parte importante y diríamos casi fundamental en
la reproducción del sistema capitalista y además nos invitan a proponen
(a los varones y a las mujeres) salir de las posiciones de privilegio,
explotación o de sumisión, aceptación o subordinación según sea el caso.
Entonces, hablar de feminismos no es menor en este tiempo, en que nos
preguntamos cómo llegamos a donde llegamos. En esto de revisar las
relaciones de poder que están entre varones y mujeres, seguramente
podemos revisar muchas otras relaciones de opresión, sumisión que son
subsidiarias de estas.
El tema es poder ver estas
relaciones, cuando desde todos los ámbitos, desde lo más micro a lo
macro, se invisibilizan diariamente , cotidianamente. Y a la vez, poder
ver estos vínculos para construir y no para fragmentar. Es decir
construir otro tipo de relaciones con nuestros compañeras y compañeros,
tanto en lo público como en los privado, en las camas como en las
plazas.
Por otro lado se estigmatiza a “las feministas” desde el
sentido común construido por un pensamiento hegemónico patriarcal,
proponiendo diversos insultos de índole sexistas, discriminatorios u
homofóbicos acerca de las personas que se definen como feministas, que
tienen como objetivo implícito o explícito sacar de escena o
deslegitimar al “feminismo”; sus luchas, sus discusiones y sus
denuncias.
Entonces volviendo al principio, siempre es
un buen momento para hablar del feminismo, las feministas, los
feminismos; porque si hay algo que es claro, es que en estos temas hay
una potencia muy grande para “desnaturalizar”, relaciones de poder
perpetuadas durante siglos entre varones y mujeres, que no nos permiten
construir otras relaciones sociales mejores, más humanas, igualitarias,
sanas, despatriarcalizadas, con otra identidad. Repensarnos a la luz de
los vínculos de género y transgénero, nos puede permitir desarrollar
otras prácticas políticas, transformando órdenes impuestos y
construyendo nuevos mundos posibles.